El acné es una enfermedad inflamatoria de la unidad pilosebácea. Afecta casi al 80% de los adolescentes entre los 13 y los 18 años. Puede durar muchos años, dejar cicatrices persistentes y provocar efectos adversos importantes en el desarrollo psicológico del adolescente que la sufre.
Su etiología es multifactorial y actualmente existen tratamientos muy efectivos para controlar cada uno de los factores patogénicos implicados.
En la patogenia del acné participan cuatro factores básicos:
- Aumento de la secreción sebácea.
- Hiperqueratosis ductal con obstrucción del folículo pilosebáceo.
- Colonización bacteriana por Propionibacterium acnes.
- Inflamación secundaria.
La lesión inicial, el microcomedón (espinillas y puntos negros), es el resultado de la obstrucción de los folículos sebáceos por un exceso de sebo junto con células epiteliales descamadas procedentes de la pared folicular (Hiperqueratosis ductal). Una bacteria llamada Propionibacterium acnes, prolifera con facilidad en este ambiente y provoca la aparición de inflamación.
El tratamiento debe realizarse a partir del momento en que inicia el primer síntoma que participa en este padecimiento, el cual es el exceso de producción de grasa. No se debe esperar hasta que se presenten lesiones graves para acudir con el dermatólogo. El riesgo de dejar cicatrices en los acnés moderados y graves es elevado y evitable con un buen tratamiento.