Es común que durante la adolescencia presentemos acné, con lo cual aparecen lesiones muy diversas, como los comedones (“puntos negros” o “espinillas”), pápulas y pústulas (“barros”) y hasta lesiones más graves como los abscesos. Estas lesiones se presentan en un número variable y en diversas zonas de la cara principalmente, pero también pueden afectar pecho y espalda.

Se estima que hasta un 95% de los pacientes con acné llegan a presentar cicatrices y de estos un 30% tendrán lesiones graves. Las cicatrices son el resultado de la destrucción de tejido, inducido por el proceso inflamatorio que ocurre en los folículos pilosebáceos y tejido circundante. Cuanta más inflamación se genera, con formación de secreción purulenta, habrá mayor riesgo de originar una cicatriz. Esto se repite en cada una de las lesiones que presente una persona.

Es muy importante acudir con un dermatólogo para recibir el tratamiento adecuado del acné, sobre todo cuando se observan lesiones inflamatorias. Puede requerirse del uso de antibióticos, antiinflamatorios y otros tratamientos especiales como la Isotretinoína, que ayudan a controlar la formación de las lesiones inflamatorias.

No se recomiendan las llamadas “limpiezas faciales”, y sobre todo la extracción del contenido de abscesos (con el fin de sacar las “impurezas”).   En “centros de estética”, es muy frecuente que traten de “exprimir” las lesiones inflamatorias y los comedones, manualmente o con algún instrumento, con lo cual pueden romper los folículos sebáceos afectados y verter el contenido sebáceo al tejido circundante. La secreción sebácea (que no es una “impureza” en sí) es altamente inflamatoria para el tejido subdérmico, llevando a una destrucción del mismo y este será sustituido por una cicatriz. Mientras más inflamación se genere, por cualquier causa, la formación de cicatrices será mayor. Las cicatrices causan situaciones de minusvalía, estigmatización y hasta estados depresivos en la persona, por lo cual es preferible evitar la formación de ellas.

Las cicatrices del acné pueden ser muy diversas, deprimidas, crateriformes, gruesas y levantadas, puntiformes, sin forma definida, acompañar a un absceso, hipertróficas y hasta queloides. El tratamiento de la cicatrices no es sencillo, está en relación al número de lesiones, profundidad, engrosamiento, tamaño, forma, tiempo de evolución, proceso inflamatorios activos. Es necesario hacer una evaluación adecuada de las lesiones, para así establecer un programa de manejo. Por lo regular se requieren de diversos tratamientos, en diferentes etapas, para obtener un buen resultado. Existen tratamientos que van desde la remodelación de la superficie (aplicación de un peeling, microdermoabrasión), corrección del hundimiento de la cicatriz (subincisiones, elevación con sacabocado, materiales de relleno), eliminación de tejido redundante o deformante (extirpación de cicatrices hipertróficas), corrección de la irregularidad de la superficie (dermoabrasión, Laser ablativo CO2, peeling profundo), control del crecimiento de la cicatriz (aplicación de esteroide intralesional), etc. Cada uno de estos tratamientos se establece de acuerdo al diagnóstico que realiza el dermatólogo.

Los resultados obtenidos con los tratamientos mencionados pueden ser buenos y requieren de semanas para ver los efectos. Es importante seguir las indicaciones médicas para mejorar las posibilidades de éxito. Debemos tomar en cuenta que no se puede “borrar” una cicatriz, como muchos productos que anunciados por televisión promueven, por consiguiente no ofrecemos resultados “milagrosos”.

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